domingo, 28 de septiembre de 2008

La edad de oro

La crisis está dándole el último golpe a los tecnócratas. La idea de que las llamadas Humanidades estaban de capa caída solo se mantiene en algún campus vetusto y en muchas de las conversaciones de portería.

Llega la hora de plantearse éticamente quién tiene que tener qué, de reflexionar sobre la vida y unirse sobre lo que tenemos en común: la risa, el juego, la necesidad de historias...

Humanistas, desenpolváos.

sábado, 27 de septiembre de 2008

toothbrussh

Gracias a la globalización, yo y mis compañeros de piso tenemos todos un cepillo de dientes verde y transparente, casi indeferenciable con los del resto.

Ellos no lo sabe, pero por puro accidente compartimos ya mucho más que lo que se creen (serán verdaderos autores no)

miércoles, 24 de septiembre de 2008

"Come más fibra, sé más feliz, deprímete menos"

El título es un extracto de un libro de autoayuda para tener hábitos sanos. Todo va junto: la fibra y la felicidad. Si se le sumara "follar", podría hacerse un eslogan con las tres efes (como las W del periodismo, o las R de la sostenibilidad).

lunes, 22 de septiembre de 2008

La energía se pierde

Lógicas imposibles:las de las minas antipersonales, como chicles pegados en la ropa. No cuesta nada ponerlas, pero quitarlas puede quitar toda una vida.

sábado, 20 de septiembre de 2008

La Mercè

En Barcelona, hasta los borrachos son cívicos. Cuando acaba la fiesta, la basura se recoge sola en montoncitos y en unos minutos ya está metida en el camión, destinada a ser divivida en plástico, vidrio, orgánico y papel y volver a la vida.

Barcelona se mueve. Los viejos verdes son aquí intelectuales. Los piropos de los obreros, expresión de su alegría. Los conciertos, afirmaciones de la celebración continua que es la ciudad. Una ciudad que te abraza; su bochorno es la sauna gratuita y las calles, larguísimas, gimnasio para pobres. En Barcelona el sol no quema y las medusas no pican. Los hombres feos son guapos, y los guapos, guapísimos. Los pelos y las barbas al estilo de aprendiz de muyahidin, son aquí promesa de varonilidad moderna.

Barcelona es bona y, por ahora, me quedo.

Los trucos en el amor

Hoy quemé mis últimos libros de autoayuda. Tantos años leyendo y sigo sin tener las claves. Los consejos y las normas para ser feliz en el amor nos constriñen, nos intentan convertir en robots de reproducción. ¿Cómo explicar que si te quiero, te voy a llamar una y mil veces, te lo voy a cantar antes de tiempo y te lo voy a repetir todas las veces que quieras? No es el mito de Cenicienta, es el sentimiento frío de haber sido vaciada con un pelador de patatas. Sólo busco poder abrazarme a alguien como tú, que me sirva de tapa mientras me vuelvo a rellenar.

Los trucos parecen útiles, pero prefiero ser monja a mercenaria. Las trampas en el amor sólo son necesarias en las pseudohistorias, y en las pantomimas de dos personas de silicona viviendo en una película de Hollywood. No sé lo que será el amor, pero no me dejaré limitar por unas normas inventadas por seres tan imperfectos como yo. En época victoriana también existían las normas, pero el cómo debe ser la medida perfecta del corpiño no es menos esclavizador que los manuales de trampas astutas para conquistar. Voy a salir a la calle a modelar sin trampas mi banco para que, cuando quieras, te sientes a modelar conmigo.

martes, 16 de septiembre de 2008

Mi vida soñada

La vida soñada de los ángeles está llena de luz y de tiempo lento, de música desgarrada que canta nuestro amor eterno y redondo. Nadie trabaja y cada día se renuevan los enlaces con sueños que se sienten latir y progresar.

En mi vida soñada todo acabaría como lo imagino al empezar. Nuestras manos estarían hechas de armonía y nuestros ojos de contraste. Siempre se podría acabar creyendo en Dios, porque la fe no se perdería.

¿Cómo se come la pena o, lo que es lo mismo, cómo se aguanta la vida? Deseamos para que se cumplan nuestros deseos, pero no lo hacen...y seguimos deseando. Los destellos falsos nos ayudan a seguir vivos, prendiéndonos mecha de vez en cuando, o incluso menos.

sábado, 6 de septiembre de 2008

El Barrio Chino

El inglés llegó tarde a la puesta en escena del Barrio Chino. Se habían llevado el cielo, y las luces que no terminaban nunca de alumbrar la calle. Los trapicheros se habían mudado también. Ya solo quedaban los huecos de la gente, esperando entre las paredes y las puertas tapiadas. Fantasmas muriendo sofocados dentro de las casas con ladrillo descubierto. La vida que hay es inestable, blanda, vulnerable. Todo lo que huele, irremediablemente morirá.

Un viejo con el sombrero puesto espera en su habitación a que pase el día. En breve va a ser barrido por una ley que no lo conoce. El vacío se suple con el mito nuevo. Una puta miraba risueña desde su balcón, dando envidia con sus carnes a las amas de casa mojigatas. La puta ya no está, o quizás la mató alguien para que no sufriera. De incógnito, se siguen asomando las sábanas azules por la noche.

Los que no tienen derechos gritan, pero suena a hueco. La vida alegre no puede pujar en las subastas. Las fachadas se caen...El Raval llama urgentemente a Lisboa, pero nadie contesta. Los pobres no se pueden ayudar siempre entre ellos.

Los andamios se han acostumbrado a no sentir. Antes no eran tan fríos, pero han tenido que anestesiarse contra el dolor. Caen las casas como lágrimas que se quieren contener.

Se mantienen en pié algunos bares de clientes con chupas de cuero raídas y dientes llenos de sarro. En el Raval de antes no se juzgaba a la gente por sus dientes. El humo de días de 24 horas se incrusta en los azulejos y la clientela toma, uno tras otro, chatos de vino en vasos de café con leche. Las mujeres no son bonitas, pero tienen siempre a sus hombres dispuestos para cantarles.

El Raval está cambiando y de confuden los andamios con las antenas. Algunos viejos chupados intentan vivir de la venta de lotería. ¿Qué queda de la vida bohemia cuando se envejece? Podría serlo todo, pero no es nada porque al final la libertad pierde el poder y la belleza con el paso de los años.

Los amores rebeldes se desangran hasta que ya nadie se acuerda de ellos. Las imágenes de vida se van velando, cubiertas de granillo fotográfico. Algunos edificios se mantienen erectos, con anuncios de sofás pegados en sus fachadas, hasta que venga el viento y eche abajo su estructura terrosa. Sólo nos queda bailar en los recuerdos.

Los fantasmas del Barrio Chino juegan hoy con los niños y las ratas entre sus escombros.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Me llamo Rita

Me llamo Lhan, pero todos me llaman Rita.
Odio a los hombres.
Cuando me quedo sola, me hago dueña de mí misma.
Me pinzo, me hiero, me sangro.
El dolor es mío, y no hay ninguna bestia de semen que esté encima.

Soy el desagüe de la pureza.
El placer viene del contraste y yo,
blanca, pequeña, delgada, de piel de porcelana,
he venido al mundo para dároslo a vosotros,
peludos, grandes, con cuero por piel y sebo hidratante.


Me coge mi compañera, que escribe el diario de guerra conmigo,
me mete su mano, me da cariño.
Le ofrezco mis jugos plásticos y calientes.
Ella no es un hombre. No me hará dolor.
Yo ya me he vuelto un poco hombre,
y la desgarro por dentro.
Es temporal,
es un juego que nos recuerda que aún tenemos voluntad.

Baillard

Creo en los adictos al Almax,

que matan los años chupando

mientras piensan que se están curando de algo.

Creo en los que cada día

salen a la calle para gritar que ya no son esclavos,

aunque estén en la misma rueda que los gira sin pedir permiso.

Creo en la ceguera

y en las venas que hechas hierro por el paso de los años.


Creo en la pregunta hueca

la que no tiene respuesta,

la queja no atendida

y en el llanto que no sale.

transición

He pedido cita con el pájaro burlón
para que me diga
qué hacer con tanta sabiduría.

Conozco el valor de los días,
y la pérdida celular que los acompaña.
Conozco el tiempo por las mañanas
que dura el amor.
Conozco la cara joven y fresca,
que se renueva cada día,
cada vez con menos fuerza.

Conozco la carrera
detrás de los sueños que nunca llegan.
El valor y la pérdida
están en el correr.
Un muerto no es más que eso,
y lo sé.

La vida vale el número de pesos que quieras darle.

Me cruzo con la muerte y solo lloro cuando la convierto en cuento.
Secreto: las beatas son las mejores cuentistas.