Del disgusto
se me cortó la regla
Ése es el secreto de estas morcillas
lunes, 22 de junio de 2009
Adiós Tommy
Anoche murió Tommy y, con él, mi último cordón umbilical a mi infancia-adolescencia. Creo que también por eso lloraba tanto mi madre.
Tommy era la sudadera amarilla que me regaló Tete. La amistad de Sandra, la macarra cara de pan que me llevó hasta el veterinario fulero que me lo regalaría. Tommy y sus correas. Sus abrigos.
Con Tommy como testigo le dije a Mario que me gustaba. Con Tommy como testigo, en el mismo coche (creo que Tommy estaba allí pero, si me falla la memoria, da igual, lo pongo ahora mismo allí), le dije a Mario que se había acabado. Tommy fue el vínculo que le hacía recordar a mi amor que Él sería siempre de la casa.
Tommy era la prueba de que no me había ido por mucho tiempo...siempre me recordaba, aunque llevase casi un año fuera. Murió ayer, pero lo saqué a pasear hace unos días. Como mi abuela. Fui a verla justo la semana antes de que se muriera. De alguna forma, sabía que tenía que ir a verla. Con el viaje que hice a Madrid, sin caer en misticismos, también sentía de alguna forma que tenía que ir. Me fui y lo dejé ladrando. Como siempre, me voy dejando a los demás llorando por mí. Nunca sé cuándo está siendo la última despedida pues, como dijo el cura de Grullos, "Dios no avisa".
Tommy era la sudadera amarilla que me regaló Tete. La amistad de Sandra, la macarra cara de pan que me llevó hasta el veterinario fulero que me lo regalaría. Tommy y sus correas. Sus abrigos.
Con Tommy como testigo le dije a Mario que me gustaba. Con Tommy como testigo, en el mismo coche (creo que Tommy estaba allí pero, si me falla la memoria, da igual, lo pongo ahora mismo allí), le dije a Mario que se había acabado. Tommy fue el vínculo que le hacía recordar a mi amor que Él sería siempre de la casa.
Tommy era la prueba de que no me había ido por mucho tiempo...siempre me recordaba, aunque llevase casi un año fuera. Murió ayer, pero lo saqué a pasear hace unos días. Como mi abuela. Fui a verla justo la semana antes de que se muriera. De alguna forma, sabía que tenía que ir a verla. Con el viaje que hice a Madrid, sin caer en misticismos, también sentía de alguna forma que tenía que ir. Me fui y lo dejé ladrando. Como siempre, me voy dejando a los demás llorando por mí. Nunca sé cuándo está siendo la última despedida pues, como dijo el cura de Grullos, "Dios no avisa".
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