Las ciudades invisibles son siempre mejores que las que se pueden ver. Lo soñado que nunca llega, o lo que llega y se vive como un sueño, se mete en lo que de verdad tenemos de humano y sólo se puede soltar un poco de aire por la boca para expresar el placer que se puede llegar a sentir.
Quizás todo sean visiones, fruto del error de irme a vivir a un piso del Eixample.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario