domingo, 24 de febrero de 2008

Varèse y el dolor

A ella de repente le dio por escuchar a Varèse, para compartir su dolor con la trascendencia universal.

Con la música dodecafónica consiguió el hombre materializar el vacío, la rabia por saber que su vida concreta acabará sin ser lo que soñó que fuera. Al final de la noche ya no me dolerá nada.
Varèse se pone roquero. Ella se coloca el pelo, que estos días está feo. La armonía entre el pelo y la cara son el espejo del alma.

Ya no me paran por la calle. Los hombres ya no me miran y me siento patética por pensar que les guste a las mujeres. Las aguas del río están muy frías para atraerme…en el fondo tengo curiosidad por lo que pueda venir. Mira a Varèse, se pone tierno: él sintió y ya está muerto. Yo me moriré y sólo voy a dejar el rastro de mis recuerdos en este mundo. No caben las obras de todos sobre la superficie de la Tierra.

El xilófono entra de verdad en el corazón. Lo amaestra. Lo contiene. La viola suena a esperanza, a viaje que se podrá hacer algún día. Ella no lo sabe, pero son sólo promesas de amaneceres en un Marte que no existe.

Varèse suena a bossa nova. ¡Qué genio! Las excrecencias artísticas son siempre puras, y nos engañan.

1 comentario:

maría salgado dijo...

rosa siempre saludaré tus blogs, incluso este que es como saludar a hiroshima, y también a mon amour