sábado, 20 de septiembre de 2008

La Mercè

En Barcelona, hasta los borrachos son cívicos. Cuando acaba la fiesta, la basura se recoge sola en montoncitos y en unos minutos ya está metida en el camión, destinada a ser divivida en plástico, vidrio, orgánico y papel y volver a la vida.

Barcelona se mueve. Los viejos verdes son aquí intelectuales. Los piropos de los obreros, expresión de su alegría. Los conciertos, afirmaciones de la celebración continua que es la ciudad. Una ciudad que te abraza; su bochorno es la sauna gratuita y las calles, larguísimas, gimnasio para pobres. En Barcelona el sol no quema y las medusas no pican. Los hombres feos son guapos, y los guapos, guapísimos. Los pelos y las barbas al estilo de aprendiz de muyahidin, son aquí promesa de varonilidad moderna.

Barcelona es bona y, por ahora, me quedo.

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